Hace poco estaba conversando con dos personas.
Una de ellas preguntó: “¿y si hacemos la comida sin carnes?”
A lo que la otra le responde: “Mhm, podría ser. Pero eso nos puede limitar”
Esto inmediatamente me llevó al momento en que yo misma tomé la decisión de dejar de cocinar carnes. No miento cuando digo que lo primero que sentí fue pánico absoluto.
“¿Y ahora qué carrizo voy a cocinar? o “¿Quién va a querer comerse mi comida?” eran los pensamientos que me atormentaban.
Después de mucho desaprendizaje, ahora me pongo a pensar: ¿por qué entramos en pánico cuando nos quitan la proteína animal? ¿Qué nos hace pensar que una comida no está completa sin carne, o pollo… o la “presa”?
El back story es que como latinos, tenemos un chip de meter carne casi en cada comida, o carne como premio -la colonización y sus legados-. Pero, hoy te quiero hablar del impacto que esto tiene en nosotros como consumidores, como personas y como sociedad.
Puede que nunca te hayas planteado esto antes, pero el costo de producción de carne -a nivel de impacto ambiental- es sumamente alto. 23% del agua del planeta va destinada al ganado. Para producir un kg de carne se necesitan 15,000 L de agua. Absurdo. Imagínate eso multiplicado por 180mil habitantes (Ciudad de Panamá) por 2 veces al día. O sea, insostenible.

Cada vez que dejamos de consumir vegetales, contribuimos al desperdicio de más de 60 toneladas diarias de producto en perfecto estado, y esto es sólo en Merca. Como consumidores, tenemos el poder y la responsabilidad de exigir una mejor oferta, de pedir que haya más producto local en las tiendas y mayor accesibilidad para conseguirlos, y que estos estén disponibles para todos y todas.
Te invito a que te atrevas a reducir tu consumo cárnico en algunas de tus comidas y reemplazarlo por vegetales. Puede que suene limitante. Pero hey, ¿has escuchado hablar de la limitación como potenciador de creatividad? La psicóloga cognitiva Catrinel Tromp dice que “Las restricciones son los anclajes de la creatividad”.
Cuando nos quitan algo, automáticamente nuestra mente busca soluciones diferentes y alternativas creativas para lograr lo que queremos. Y así abrimos los ojos a un mundo completamente desconocido hasta ahora para nosotros, en este caso, el infinito reino vegetal. Quién sabe y descubres una manera nueva de comer berenjena que no conocías. Por cierto, te regalo esta receta, que es mi manera favorita de comerla, es de esas comidas que alegran el alma.
Las dudas que probablemente saltarán primero son:
¿De dónde saco la proteína?
Tranqui, aquí te dejo este artículo que habla de donde encontrar la proteína en los vegetales.
Los beneficios de comer más verde son infinitos, para decir por encimita: ganas una dieta más rica en nutrientes, disfrutas de una comida más colorida y versátil, y contribuyes reducir tu impacto ambiental, un día a la vez.
¿Qué vegetales debería comprar?
Empieza por los que te gusten. Y te recomiendo que busques siempre lo que hay en temporada, ahorita tenemos de alta cosecha el aguacate, mango, maracuyá, mangostín, nance, pixbae, chayote y plátano.
Si cuando leíste el chayote no te emocionaste mucho, te paso el dato que en nuestro menú estacional tenemos una ensalada de papaya verde y chayote con cremita de aguacate que está para comérsela con una pinta bien fría viendo Netflix. Sabrosa.

Y si hay alguien que está rompiendo paradigmas y r-evolucionando es el restaurante Eleven Madison Park en New York, que hace poco convirtió todo su menú en plant-based. Lee la noticia aquí
Si leíste hasta acá, no puedo dejarte ir sin recomendarte a un chef que cocina alegría pura con vegetales, y que me ha inspirado en muchas ocasiones, además de que sus recetas son facilísimas y ganadoras todas. Se llama Yotam Ottolenghi y aquí te dejo un link para que te inspires a cocinar más colorido.

¡Cuéntame que opinas, qué sientes, o qué te gustaría saber! Estoy a un clic de distancia.
Un abrazo fuerte,
Andrea
Fuentes:
https://www.slowfood.com/much-meat-eat/explosion-of-animal-farming/the-hidden-costs-of-meat